BOMBERO GALLEGO
Había un terrible incendio en un edificio .
La gente que estaba en los pisos inferiores fue subiendo, desesperada, a la azotea.
En medio del estupor general aparece MANOLO en la acera y comienza a gritar:
" ¡¡¡ Arrojaos, arrojaos que yo OS atajo !!!"
Todos pensaron que estaba loco.
Pero luego de unos minutos y viendo que el "infierno" se aproximaba, para todo perdido, uno de ellos se arrojó al vacío...
El gallego realmente lo ataja con gran destreza y éste sale caminando como si nada.
Entonces, viendo que el sistema funcionaba, comenzaron a arrojarse los demás, uno por uno.
Luego de unos cuantos, se arroja un negro de Nigeria.
El gallego se queda mirando mientras cae, lo esquiva y el negro se hace mierda contra el piso.
MANOLO sin mirar siquiera al piso, se dirige hacia arriba y les grita:
" ¡¡ No perdáis tiempo con los quemados !!!
" ¡¡¡ Lanzaos los sanos ... !!!
Mido aproximadamente 7 pulgadas. Mi funcionamiento lo disfrutan miembros de ambos sexos. Usualmente me encuentro colgando, suelto y listo para la acción. Tengo un montón de pelos en un extremo y un pequeño orificio en el otro. Cuando estoy en uso soy insertado casi siempre de buena gana, algunas veces lentamente y otras rápido, dentro de una abertura tibia, carnosa y húmeda. Allí me encuentro, entrando una y otra vez rápidamente, muchas veces acompañado de movimientos corporales. Cualquiera que este escuchando seguramente reconocerá el rítmico sonido de los bien lubricados movimientos. Cuando finalmente salgo, dejo una sustancia blancuzca jugosa, espumosa y pegajosa, la cual requerirá de limpieza de las superficies exteriores de la abertura y también de mi larga anatomía. Después de haber terminado, regreso a mi libre estado de descanso, listo para otro poco de acción. Si me va bien volveré a ese maravilloso estado de climax dos o tres veces por día, pero, por su puesto, casi siempre es mucho menos que eso. ¿Quién soy ?
El cepillo de dientes. En que estaban pensando?
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La Historia de un Feo.
Voy a contarles mi historia, no es una historia de amor ni tiene un final
feliz, pero es la única que tengo por haber nacido así, feo, muy feo.
Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre, "hicimos lo
que pudimos, pero salió".
Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.
Como era prematuro me metieron en una incubadora, con vidrios polarizados.
Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo. Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda.
Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar de ser enano, soy profundo. De chico iba por los cuarteles para que me gritaran:
¡Alto! ¡Alto!
Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban:
Señora, a su hijo, ¿Lo parió o lo tejió?
Mi padre llevaba en su cartera la foto del niño que ya venía en la cartera
cuando la compró.
Una vez me perdí, le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis
padres y me contesto:
No lo sé, hay un montón de lugares donde se pudieron haber escondido.
Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un día metí los dedos en el enchufe y
la electricidad erró la patada.
Era realmente flaco, para hacer sombra tenía que pasar dos veces por el mismo
lugar.
Pero mi problema no era ser tan flaco sino ser FEO.
Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.
Sí amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropelló un auto y quedé mejor.
Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres
para pedir recompensa. Mi padre les contestó que quería más pruebas.
Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa éramos muy pobres, pero eso sí, a pesar de nuestra situación económica, somos muy honrados. Mi padre era tan honrado que un día encontró trabajo, y lo devolvió.
Por eso tuve que trabajar desde chico. Trabajé en una tienda de animales y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo.
Un día llamó una chica a mi casa diciéndome, "Ven a mi casa que no hay nadie", cuando llegué no había nadie.
A mi mujer le gusta mucho hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó
a casa desde un motel.
El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que quería escuchar una segunda opinión. De acuerdo, además de loco es usted muy feo, me dijo.
Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la azotea de un edificio de 50
pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de aliento. Sus palabras fueron:
¡En sus marcas, listos!
El último deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica.
"La persona que cambia puede equivocarse,
pero la que no cambia nunca, vive equivocada".
Bertrand Russell
Etiquetas: CACHU-HUMOR